viernes, 24 de febrero de 2017

Wycliffe el precursor (1)


En esta entrada, y en la próxima, diremos algo sobre las doctrinas de Wycliffe, un heresiarca medioeval que influye en el presente más de lo que pudiera suponerse.
No es posible exponer en un blog toda la doctrina de W., de manera que nos limitaremos a dos aspectos de su pensamiento, que permiten ubicarlo como un precursor del anarco-tradicionalismo.
En la raíz del pensamiento de W. se encuentra el dualismo platónico-agustinista y una profunda desilusión respecto del estado de la Iglesia visible:
“Nacido en North Yorkshire, Inglaterra, y educado en Oxford, donde más tarde enseñaría, John Wycliffe (Wycliff, o Wiclef) inició su producción académica como filósofo, volviendo al agustinismo frente al escepticismo dominante. En teología estuvo más influido por la Biblia y los Padres que por la escolástica. Su creciente desilusión con las instituciones de la Iglesia lo llevó, sobre la base de una filosofía platónica, a desarrollar una visión de la Iglesia en la que distinguía su ideal espiritual eterno de la Iglesia material visible. Esta última no tenía ninguna autoridad que no procediese de aquella Iglesia ideal. Más tarde aplicaría estas ideas a toda autoridad, tanto civil como eclesiástica.” (fuente)
Sabido es que en doctrina católica el Romano Pontífice tiene una potestad que se califica de ordinaria, suprema, plena, inmediata y universal; que puede siempre ejercer libremente. La adquiere en el momento de su elección y la pierde por muerte, renuncia y -según la mejor doctrina- cuando mediante sentencia de la Iglesia se determina con certeza que ha cometido el delito de herejía, cisma o apostasía.
Pero Wycliffe vincularía la potestad de jurisdicción del papa a la ausencia de pecado mortal. Esto consta en sus escritos y se desprende de dos de las proposiciones condenadas formalmente por el Concilio de Constanza:
8. Si el Papa es un precito [1] y malo y, por consiguiente, miembro del diablo, no tiene potestad sobre los fieles que le haya sido dada por nadie, sino es acaso por el César. 
15. Nadie es señor civil, nadie es prelado, nadie es obispo, mientras está en pecado mortal.
De acuerdo con esta teoría si un papa está en pecado mortal manifiesto (el fuero interno no es cognoscible externamente) pierde la potestad de jurisdicción. Lógicamente bastaría con que algunos/muchos cristianos considerasen al pontífice pecador para que perdiese su potestad.
Otra variante de esta doctrina -que puede inspirarse en W. aunque no sea del todo claro si el autor la sostuvo de modo explícito- es práctica: aunque el pontífice no pierda la potestad de jurisdicción, los súbditos se sienten eximidos de obedecerle bajo pretexto de su pecado manifiesto.
Este error, en sus dos modalidades, implica colocar una bomba anarquizante en los cimientos de la Iglesia. No se trata de la resistencia a mandatos inmorales, conducta legítima bajo condiciones estrictas, sino de negar la titularidad de la potestad de jurisdicción o de sustraerse a la obediencia debida a la Jerarquía. En tiempos calamitosos como el presente no viene mal recordar esta lección histórica para no caer en la tentación de revivir estos errores wyclefitas que, si son pertinaces, dejan fuera de la Iglesia a quien los sostiene.
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[1] precito, ta. Del lat. mediev. praescitus 'réprobo', 'condenado', y este del lat. praescītus 'sabido de antemano'. 1. adj. Condenado a las penas del infierno, réprobo.


InfoCaótica (17/2/17)

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