martes, 18 de octubre de 2016

Luteranos sin saberlo.


El 31 de octubre próximo se cumplirá un nuevo aniversario de las 95 tesis de Lutero de 1517.
Cuando se habla de Lutero uno suele tener en mente que se trató de un hereje que fijó los principios fundamentales del protestantismo: sola Escritura (con libre examen) y sola fe. Pero los errores luteranos son muchos más. Concentrémonos en dos que pueden acecharnos:
- Pesimismo radical. 
La naturaleza humana -según Lutero- quedó totalmente corrompida por el pecado original. De modo que es incapaz, por sus propias fuerzas, de llegar a cualquier conocimiento de la verdad religiosa y de realizar acciones naturalmente buenas (v. aquí, § 9). Un pesimismo radical en el orden antropológico y ético, reprobado por la Iglesia, diametralmente opuesto al “omneverum et omne bonum est a Spiritu sancto”. Aunque no seamos conscientes, este pesimismo radical puede nublar nuestra visión del pasado o de la actualidad.
- Crede firmiter, pecca fortiter. 
Cree firme y peca fuerte; porque la fe es lo que justifica. Ni siquiera son necesarias las buenas obras para la salvación de los adultos, bastando la fe. Se dirá que estamos muy lejos de este error. Pero podríamos desdoblarnos, como aquellos hombres decimonónicos que vivían la fe como un crede firmiter público -gesto retórico, apologético- más que como una auténtica disposición espiritual informada por la caridad e integrada en un organismo espiritual.
¿Cómo podría darse este desdoblamiento? Mediante una reducción del organismo sobrenatural a alguno de sus elementos. La vida sobrenatural que Cristo nos mereció consiste radicalmente en la gracia santificante. Ella es el principio y el fundamento de nuestra vida sobrenatural. Pero no es inmediatamente operativa, por lo cual Dios infunde energías sobrenaturales capaces de producir los actos sobrenaturales correspondientes (virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo). Con el nombre de organismo sobrenatural se designan esas energías sobrenaturales, es decir, la gracia con todas las virtudes y los dones que la acompañan y que, recibidos en el alma, hacen al hombre nuevo en Cristo. Se emplea la expresión organismo para indicar que esas fuerzas no son aisladas e inconexas sino que están íntimamente vinculadas entre sí. Este organismo sobrenatural se conserva y crece con el ejercicio de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) perfeccionadas por los dones.
Una concepción mutilada del organismo sobrenatural podría conducirnos a este crede firmiter, pecca fortiter. Por poner énfasis unilateral en las virtudes teologales, por ejemplo, podríamos minusvalorar o ignorar a las virtudes morales.
“La existencia de las virtudes teologales es postulada por la naturaleza misma de la gracia santificante. No siendo ella inmediatamente operativa—como ya vimos—, necesita principios operativos sobrenaturales para crecer y desarrollarse hasta alcanzar su perfección. Ahora bien: entre estos principios, unos deben referirse al fin sobrenatural (virtudes teologales) y otros a los medios a él conducentes (virtudes morales infusas) […] Exigidas las virtudes teologales por la gracia santificante para ordenarse dinámicamente al fin sobrenatural, las virtudes morales infusas son exigidas, a su vez, por las teologales, porque estar ordenado al fin exige disposición con relación a los medios.” (Royo Marín)
Al descuidar gravemente las virtudes morales perderíamos el estado de gracia. Si el descuido fuera leve, no perderíamos la gracia, pero el organismo sobrenatural se debilitaría. Y de este debilitamiento podría sobrevenir más fácilmente la pérdida de la gracia.
Hay que recordar que el eje de la vida sobrenatural pasa por las virtudes teologales pero estas se integran armónicamente en un organismo que incluye a las cardinales y a los dones. La perfección de la vida cristiana exige todas las virtudes infusas relacionadas con la caridad y las virtudes morales adquiridas (que dan facilidad extrínseca). Quien no cultive de manera integral y armónica todas las virtudes tendrá un desarrollo anómalo en su vida espiritual. Y así podrá llegar a transformarse en un "luterano inconsciente", que suponga que el "pecar fuerte" se redime profesando públicamente su "catolicidad" y lanzando anatemas a machamartillo.


InfoCaótica (17/10/16)


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